La ciudad - Marsala
Hacia occidente, donde termina la Sicilia, sobre un promontorio expuesto al mar y al viento, surge la ciudad que los Fenicios llamaban Lilybeo y cuyo nombre los arabes cambiaron en Marsa Ali.
Alrededor del casco antiguo, pequeño pero impregnado de arte e historia, se abre un amplio territorio que incluye muchos barrios, las así llamadas “contrade”. En los campos circunstantes, lejos del frenesí ciudadano, se produce un vino que tiene una historia antigua y gloriosa, con un sabor y un perfume inconfundibles: el Marsala.
El paseo marítimo con muchas palmas a ambos lados, llega directamente a la zona balnearia donde hay playas libres y equipadas. Allí, en los días calientes de verano, cuando el sol resplandece alto en el cielo, se puede disfrutar de un mar límpido e invintante.
En la dirección contraria, hacia Trapani, hay un paisaje aún más particular: la Albufera del Stagnone con Mothia y las demás islas que forman parte de la Reserva Natural y, poco más allá, las Salinas con sus saladares para la producción de sal y los molinos de viento.
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